
Día uno: La hechicera Circe
I
No basta el amor, dijo convencida. Porque he de mencionar que le sobra convicción, tanta,que a veces podría prestarme un puñado para aplacar estas dosis de fracasos que me inyecto.Tiene razón, me acomoda el papel de la autocompasión, en demasía, exime la responsabilidad de mirar al espejo y ver quien soy: un hombre con investiduras de enfant terrible, dispuesto a saltar al vacío porque sí y porque no.
Ella, que me conoce las cicatrices y la verguenza, es Circe. Circe, porque vive en una isla, y porque, simplemente, yo me creo Ulises. Podríamos haber elegido a cualquiera de las parejas famosas de la literatura, pero, vamos, Circe no es una simple mujer. Y ella tampoco:mi tormenta personal.
II
Era anunciado, un día de estos nos matábamos. A besos o de rabia. Fue lo segundo, teníamos colgando, de un abismo, la palabra amor, como torturadores profesionales.
Un poco dolientes, un poco masoquistas.
III
Quizás ahora se te abra el mundo, mujer mía, hechicera de libros épicos ¿Acaso sabes que tu nombre remite al nombre científico de algunas mariposas? Sí, Circe, estás plasmada en todo mi planeta con el rótulo de vida.
¿Qué harás con mi no hijo creciéndote en las ganas?
Lobo
Gracias, Wolfito